11 de mayo de 2011

Lluvia?

Sonreí sin remedio, era el mejor regalo que podían hacerme. Giré. Alcé la mirada hacia el cielo con los brazos extendidos. Cerré los ojos.

Increíble. No había tiempo. No había responsabilidades. Sólo la lluvia y yo. Sabía que debía hacer.

Ahí arriba... el cielo era azul a lo lejos, la lluvia suave, el pueblo sumido en silencio, cosa extraña. Los aromas se acrecentaban, es curioso, notaba cada olor... pelo mojado, óxido de hierro, agua, la planta que había nacido en aquellas tejas, el musgo reseco, caliza...todo. Tal vez sea el resquicio de los ya más que perdidos instintos.

El vello de mi piel se erizaba, me acerqué el brazo con sumo cuidado, las gotitas se habían descompuesto en partículas diminutas y abuntantes...qué imagen tan linda. Cerré los ojos y dejé que me acariciara una vez más con su suave, constante y difuminado palpitar. Agua y yo, y viento, y nubes...

Abrí los ojos.

Me he encontrado.