5 de abril de 2011

Vagabundeando

Son las siete de la mañana. Estoy en la plaza del pueblo.
Estoy esperando a alguien que no llega y que no llegará, me lo huelo.

Mi torpeza sideral hace que me haya dejado las llaves en casa y hasta las 10 no hay nadie que pueda abrirme la puerta, oh si, la he cagado en gordo. La confianza en un suceso que parecía obvio me ha jugado una mala pasada. Sigo esperando...y esperando...las siete y media, bien, ya si que no viene. Tengo frío, sueño y hambre. No tengo dónde ir porque está todo cerrado, no tengo dónde comer porque sigue todo cerrado y evidentemente no tengo donde dormir.

Mmmm, camino para hacer tiempo, camino a no sé qué lugar, los minutos pasan laargos, sin rumbo...

Y extrañamente, me gusta.

PD: la sensación es agradable, pero no se la deseo a nadie de forma continua, empatía aumentando, nunca volveré a ver un par de cartones igual. Sí, por dos horas de vagabundeo, algo es algo.